jueves, 13 de septiembre de 2018

Siempre serás mi asignatura pendiente.

Entiendo el amor como una compleja sucesión de operaciones matemáticas y no porque no lo entienda y solo me deje llevar, sino porque se basa en demostrar. No es cuestión de calcular por calcular para llegar a algo, sino de dar los pasos correctos con el único objetivo de no desear volver atrás. Por ejemplo, el amor es un poco suma: toma cada uno de los caracteres y únelos. Vamos, hazlo. Suma ganas, suma ilusión y suma risas. Muchas risas. También es, quizás, un algo de resta, porque dime tú de qué nos servirá querer si no minimizamos los miedos, las anteposiciones, la incertidumbre. O intenta explicarme, si eres capaz, de qué servirá el llenarnos la boca con esas cuatro letras si cada uno de nosotros no se multiplica por dos desafiando las normas para hacerse uno, o divide cada ápice de alma para compartirlo a cambio de nada. Que yo me quiero integrar contigo, que quiero exponerme y elevarte, quiero demostrarte e igualarnos. Quiero despejar tus equis, quiero ser menos incógnita y quiero saber cuáles son exactamente tus diversas soluciones. Quiero poder identificarme con tus múltiplos y jamás con tus divisores. Quiero que no te quiebres, pero quiero que nos fraccionemos de forma voluntaria para, después de todo, ser un resultado común. Quiero que intentemos demostrar el concepto de infinito a base de canciones en la ducha, películas con manta por encima y besos porque sí, porque me apetece. Quiero que reinventemos la ciencia y hacer nuestra propia lógica, ir más allá y establecer nuestro propio idioma, que lo usemos para cada día ganarnos de nuevo. Inventar deportes, dibujar constelaciones, ponerles nombre a las ideas y darles vida con nuestras manos. Quiero hacer carreras en tu espalda o por cualquier lado del que consideremos nuestro hogar. Donde sea, pero contigo. Quiero que tengamos la historia más bonita que jamás se haya escrito y que, además, sea de nuestro sueño y letra. Quiero verte subir, conquistar cimas y admirarte a ti y a tus formas, porque al final, por más que quiera saberte, siempre serás mi asignatura pendiente, y no porque me cuestes sino porque nunca quise dejar de aprenderte.

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