domingo, 10 de junio de 2018

Te quiero.

Reinventaste el concepto amor. Tiraste por la ventana todos esos prejuicios que empleaba cada vestir cada una de mis curvas. Abrazaste mis miedos y los hiciste desaparecer a caricia limpia. Secaste las lágrimas que lloré hace tiempo. Silenciaste la voz de cada uno de mis demonios. Me abrazaste y fue con el mismo roce de tu piel con el que sentí echar raíces por primera vez. Por eso mismo no entiendo   eso de estar separados: porque incluye a dos personas y contigo me siento solo una. 
No tuve que pedirte nada porque eso no es querer. No tuve que querer quererte para hacerlo. No tuviste que retenerme para que me quedara y no te pedí ni una vez que no te fueras para que siguieras conmigo. Porque al final contigo llevas el querer. La voluntad. La paciencia de estar con una persona cuyo día a día es todo lo contrario a monotonía. Porque me has visto llorar de tanto reír y me has hecho reír para que cesara mi llanto. Porque eres tú la métrica de todos mis versos. Porque eres tú el argumento de mis historias. Porque tienes el nombre y el perfil perfecto para ser el protagonista de todos mis viajes, para ser el destino de todos mis trayectos. Porque ya no tú o nadie. No te quiero comparar, ya sabes lo que dicen: las comparaciones son odiosas y yo no quiero dejar al resto del mundo en mal lugar. 
Todavía me esfuerzo por ser aquello que buscaste en su día en alguien y encontraste en mí. Todavía busco mantener la chispa con la que alumbraste un camino para cuatro huellas. Todavía busco ser brújula cuando te pierdas. O todavía busco perderme contigo, porque nunca estaré más cerca de mi meta que a tu lado. Siempre a tu lado. 
No te quiero prometer la Luna porque sé que es difícil poder dártela, pero si te compensa te doy todas mis noches para intentar buscarla juntos por el cielo desde aquí abajo. Yo te arropo en invierno. Tú solo acércate, siempre tengo ganas de pasar calor contigo. Porque me miras y me prendes. Tú lo sabes. Me miras y vences a todos esos monstruos a los que creí temer. Tú eres mi escudo. Por ti sí merece la pena luchar. 
Yo no sé cuánto tiempo más vas a querer aguantar mis subidas y bajadas, ni sé exactamente qué es lo que te hace día a día querer volver a subirte en el vaivén que es mi vida. Pero te lo agradezco. A ti, a la vida o a la Luna. No sé si es exactamente agradecer, pero si después de tanto tiempo sigues eligiendo quedarte aun teniendo siempre la puerta abierta, es que algo estamos haciendo bien. Te quiero. Lo sabes. Te quiero y te quise. Y aunque dieras un portazo mañana, tenlo claro: también te quiero. Cada día me levanto con el miedo de que no estés. Y es verdad que no estás a mi lado, pero mis sueños siempre huelen a ti. Te quiero en ellos. Y en mi cama. Y en mi vida. Te quiero siempre. 
Pensé querer antes, pero hasta que no temí perder algo de verdad, hasta que no temí perderte, no me di cuenta que el verdadero significado de la palabra amor, lo reinventabas tú cada día.