miércoles, 28 de diciembre de 2016

Micropoema #4.

Qué bonito es
que me hagas saltar
al abismo de tu cuerpo
cuando siempre he estado
atada a mi vértigo.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Micropoema #3.

Entre tragos de tiempo y
chupitos de vida
apareciste tú para consumirte.
Nada de drogas
ni de alcohol,
la adicción que esto crea
no es nada comparada contigo.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Es más invierno si hacemos de cada rincón la Puerta del Sol.

Los inviernos son más inviernos si
mi taza de chocolate está acompañada de
la tuya, 
si tus labios se manchan a cada sorbo 
y si jugar a darte de comer con los ojos cerrados
acaba siendo más que un juego. 
Si vienes y me dices que estas navidades
me vas a pedir a mi en la carta de regalos o 
si me pides como deseo en
cada brindis con tu familia. 
Si en lugar de soplarte las manos para
entrar en calor me dices que, 
por favor, 
te abrace.
Si en lugar de campanadas nosotros
inauguramos las besonadas
si hacemos de cualquier rincón
la Puerta del Sol, 
si de cada farola hacemos una estrella, 
si de cada trayecto en bus hacemos
un viaje. 
Es más invierno si hacemos de cada día
un motivo de celebración, 
si cambiamos las resacas por tsunamis, 
si en lugar de villancicos
inventamos la sinfonía de nuestra propia estación,
si sin jugar a la lotería, 
me tocó el premio el verano que te conocí. 
El invierno es un momento y, 
como todos los buenos momentos, 
se recuerdan por la gente con quien
los pasas: 
tu y yo. 

jueves, 8 de diciembre de 2016

La coreografía de la banda sonora de mi vida.

A pesar de que me preguntes a cada momento
cuándo llega el final de mi miedo, 
cuál es el límite del propio límite
y el sentido de todo lo que dejo de hacer. 
A pesar de que el día menos pensado
acabes por pensar que estoy loca
porque el único camino recto que tomo
es el que me lleva a tu boca.
A pesar de que me veas diferente, 
distinta, distante, 
y no sepas el motivo
te quedas conmigo. 
A pesar de que cuando no suene la 
música me saques a bailar, 
déjame decirte que seguir el ritmo
de tu baile inventado es la coreografía
de la banda sonora de mi vida. 

domingo, 4 de diciembre de 2016

La utopía que inventamos.

Un día me levanté pensando qué 
sería de nosotros si pudiéramos crear 
un mundo a nuestra medida. 
Cómo brillaría el sol cada vez que 
saliéramos a la calle, 
lo largas que serían las noches 
para aprovecharlas más si cabe. 
Los días tendrían cuarenta y ocho horas para 
compensar ese día que 
febrero me priva de ti. 
¿Te imaginas? 
Pasearíamos una y mil veces por 
las avenidas sin nombre en las que 
cada rincón guardaría un secreto
que en silencio y a los labios me contaste. 
Sería un mundo en el que todo saldría bien, 
en el que los problemas se solucionen con besos, 
que de lo único que se huiría sería de 
las cosquillas en el pasillo de casa cuando 
me persiguieras, 
que el único miedo sería no tener(te), 
que mi única aspiración sería descubrir(te)
cada día un poco más. 
Digamos que mi utopía, 
la utopía que inventamos, 
eres tú.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Micropoema #2.

Desde ese día que caí
en la trampa de tu cuerpo
no he podido recuperarme
de la caída y 
aquí sigo, 
en el hueco entre
lo que quiero y tú, 
comprimida entre sinónimos.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Nociones básicas de ese baile que inventas.

Agarra mi mano fuerte, corre. No te pierdas ni un segundo de lo que va a pasar, está a punto de comenzar la historia más bonita del mundo. Créeme, te sorprenderá. Te sorprenderá ver cómo sonríes sin darte cuenta tantas veces como juraste no hacerlo. Te sorprenderá la de veces que tendrás ganas de gritar te quiero, la de veces que te reirás de bromas sin gracia, la de besos que te robaron con la fianza de un cheque en blanco. Te sorprenderá la cantidad de veces que cerrarás los ojos con la esperanza de abrirlos y que esté, te sorprenderá la ambigüedad de las noches de sabanas frías y cama vacía, de las mañanas sin desayunar(me) en cualquier rincón, de maratones por el pasillo evitando las cosquillas. Te sorprenderá la de veces que dirás que te enfadas cuando por dentro estés deseando que te abrace. 
Y es que no tendrás otra aspiración que seguir bailando aún sin música, aún sin las nociones básicas de ese baile que inventas mientras mueves tus pies a ritmo de ese silencio nada incómodo mientras nos miramos. Créeme, amar es más que un beso. Amar es escuchar canciones que aún con distintos títulos lleven tu nombre escondido en cada una las estrofas, es recordar el nombre de las calles en función de los recuerdos que te traen, es pasear en invierno con el abrigo de tu cuerpo, de tu mano en mi cintura, de tus manos encajadas en las mías como si de un guante se trataran. Amar es no pensar en qué vendrá luego sino en qué está pasando ahora, es suspirar, en un suspiro cabe amar, es echar de menos lo que todavía tienes, es estar presente a cada momento, es correr bajo la lluvia con zapatos nuevos sin miedo a que se estropeen. Es no fijarte en tu alrededor sino en quien tienes al lado, es sujetar con nuestras manos el mundo que creamos, la utopía que inventamos, es dejar a nuestra espalda eso que trae buenos recuerdos con la esperanza de que lo que hay al frente es mejor. Nada es mejor que lo que está por venir. Es perder el miedo al miedo, es vivir para amar, es amor por vivir, conservar esa parte de niño cada vez que me miras, es ponerme de color rojo cada vez que me pillas observándote. 
Eso es amor, aunque el amor no se describe, el amor se vive. El amor dura una vida, la vida dura un amor y yo quiero ser inmortal.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Aún siendo la parada de mil caminos.

Y supongo que si lees esto es porque has vuelto o no te has ido y yo ya estoy lejos imaginando una y otra vez mis palabras en tu boca y recordando cómo me sentía cuando entre nosotros sobraban las palabras, pero el tiempo pasa y yo con él. Creo que la felicidad no es para los cobardes, por eso eché a correr viniéndome de frente el viento con la despedida que no nos dimos.
Ahora dime que no fue bonito, que no repetirías una y otra vez los besayunos en la cama y el café en la cocina. O en tus ojos, porque no hay nada que se te dé mejor que quitarme el sueño. O las ganas, pero siempre me las devuelves. Pero ahora ya no hay vuelta atrás. Imagino que la vida son etapas, que ayer estuve ahí y hoy ando buscando tu cara entre la gente. Me fui porque quería volar, porque tú también volabas. Porque me encanta revolverme, pisar otros mundos y, aún con los pies manchados de otro suelo, volver a ti. Siempre.
Me sé de memoria los pasos que hay entre nosotros, no hay camino que haya recorrido más veces.
Aunque supongo que no soy tuya ni tú eres mío, que no somos más que casualidad, pero siempre veré un poco de ti en mi y un poco de mi en ti. Porque aún volando a otros mundos, aún siendo parada de mil caminos, contigo he aprendido que no soy lugar sino destino, que por más que te abra la puerta no te vas. He aprendido a tener ambición, pues mi único objetivo es ser tu hogar, ese sitio al que, por más lejos que vueles, siempre quieras regresar.
Y es que, posiblemente, entre vuelos sin destino y caminos cruzados me he dado cuenta de que para hablar de nosotros no necesito la palabra amor.

martes, 29 de noviembre de 2016

La incógnita que escondes.

Yo que quise resolver
la incógnita que escondes. 
Yo que quise ser libre y,
contra todo pronóstico, 
acabé atada a ti.
Yo que proclamé la independencia
de mi cuerpo
ondeando la bandera
de tu piel.
Yo que cuando escapé
de tus brazos
no encontré salida,
ni refugio, 
porque a todo aquello a lo que llamé
hogar
se había quedado 
en ti.
Yo que sentí la 
plenitud de tus caricias
y la perdí por querer
ser libre
sin darme cuenta de que
no había mayor libertad que
estar atrapada en ti,
pues no había más yo que tú,
ni más tú que yo, 
ni más salidas que atraparme, 
ni más soluciones que
tu incógnita.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Querida yo del futuro.

Querida yo del futuro,
no sé cuándo leerás esto, si en dos o en quince años, pero cuando lo leas quiero recordarte cuantísimo vales. 
Imagino que tu proyecto de vida habrá cambiado mucho, que tu mundo ya será distinto a tus ojos y que nada es, ni mucho menos, como lo imaginabas. Que el amor ya no es tan bonito como lo pintaban y que los cuentos de hadas existen solo en las películas de dibujos. Que la gente se va de tu vida tan rápido como llega y que no hay mal que por bien no venga. De todo se aprende, que no te quepa la menor duda. Supongo que habrás aprendido que de todo se sale, que nada es motivo suficiente para frenarte, que los obstáculos son sólo eso, obstáculos, no puntos finales. Eso no existe, habrás aprendido a no inventarlos. ¿Te acuerdas de cuando de un grano de arena hacías una montaña? Cuánto ha llovido desde entonces. Ha granizado, diría yo. O dirías tú. A todo eso a lo que tú le dabas una importancia terrible a día de hoy, cuando leas esto, te habrás dado cuenta de que no merece la pena. Que las oportunidades vienen y van, que los sueños se cumplen, otros se truncan, que nada se estanca, ni tú si no quieres, que las cosas pasan como quieres que pasen, que las cosas se toman con filosofía, que no hay mejor manera de aprender que fallando. Falla, falla mucho, eso es buena señal. Lo habrás intentado. ¡Inténtalo!, sea lo que sea, ¡hazlo! Aprende de una vez por todas, si no lo has hecho ya, que el tren que pasa no vuelve, que los billetes son de ida y las estaciones son efímeras y algunas fantasmas, que hay asientos vacíos desde un primer momento y otros que se vacían durante el trayecto. Y es que la vida es eso, un tren en el que tú decides quién se sube, o no, hay gente que ya estaba montada y otra que se sube sin tú apenas darte cuenta y se abrochan el cinturón, incluso te lo abrochan a ti por si vienen curvas. Valora a ésos, ésos son los que merecen la pena. Aunque a veces te quieras tirar en marcha, aunque quieras parar el tren y bajarte, aunque la tentación a veces supere a la cordura. Aunque te desquicie que tu tren no tenga parada en las estaciones que querías, aunque te saque de quicio el niño pesado del asiento de atrás preguntando cuánto queda para llegar.  Observa el paisaje, valóralo, por donde pasas ya no vuelves a pasar. El exterior está en continuo cambio, tú estás en plena metamorfosis. Despliega tus alas, vuela, chócate contra la ventanilla si así lo deseas, nada acaba ahí. Sueña, imagina, dale vida a tus ideas. Haz transbordo con otros trenes, cambia de sentido, pero nunca la dirección. No te sientes a esperar, ves a buscarlo, que no te importe lo que tardarás, que te importe lo que puedes conseguir. No te dejes llevar por la voz que te avisa de la siguiente parada, recuerda que eres tú quien decide si bajarse.
Pero, sobre todo, no te olvides que el maquinista de ese tren, el responsable de los transbordos y del aleteo, de las curvas, de las subidas y bajadas, del número de pasajeros, de las estaciones; el responsable de todo, eres tú. 
Querida yo del futuro, la vida viene sin instrucciones, tómala a tu antojo. 

domingo, 27 de noviembre de 2016

Micropoema.

Y todavía me acuerdo de cuando
subías las escaleras de mi cuerpo
y yo me lanzaba a tu precipicio,
y justo en ese momento,
a mitad de camino nos cruzábamos.
Breve momento, 
con eso bastaba, 
porque aún efímero
lo repetiría siempre.

Mientras la métrica de mis versos seas tú.

Mientras en cada capítulo de mi libro siga poniendo tu nombre, 
mientras el protagonista de mi historia seas tú
mientras describirte sea siempre mi tema por excelencia y 
mientras leerte los labios sea en lo que destaque,
seguiré teniendo esperanza. 

Mientras me siga cortando cada vez que paso página, 
mientras me estanque en el índice que me indica tu aparición, 
mientras la métrica de mis versos seas tú, 
seguiré teniendo esperanza. 

Mientras seas el resumen de todos mis cuentos, 
mientras el príncipe de mi princesa seas tú, 
mientras seas la moraleja de todas mis fábulas, 
seguiré teniendo esperanza. 

Mientras tu nombre se remarque en negrita, 
mientras la cursi en cursiva sea yo,
mientras seas quien las penas me quita, 
seguiré teniendo esperanza, 
seguiré teniendo esperanza mientras mi esperanza seas tú.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Días de lluvia.

Y ahora mientras llueve no puedo evitar, a cada gota, recordar todos los besos que me diste bajo aquel paraguas gris que se acabó rompiendo. Las miradas cómplices, los saltos en los charcos y tus manos cubriendo las mías para aislarme del frío. Los chocolates calientes a las seis de la tarde y esa pequeña mancha en la comisura de tu labio que tanta gracia me hacía. El llegar tarde a todos los sitios porque cualquier excusa es buena para abrazarte, las fotos borrosas por tu pulso nervioso y las sonrisas sinceras en cada una de las que salían bien. La felicidad que transmitía tu ritmo acelerado y la prisa por que la tarde de lluvia no acabara nunca. Sin frenos, con calma, dejándonos llevar. La banda sonora de esos días de otoño eran los pitidos de los coches cuando nos arriesgábamos a cruzar en rojo, aunque nada me provocaba más adrenalina que deslizarme por tu cuerpo. Esa es mi parte favorita de los días de lluvia. 
Perderme en cada uno de los rincones de tu cuerpo, reconocer cada uno de tus vértices, unir los lunares de tu espalda formando una constelación visible sólo a puerta cerrada, sólo tuya, sólo nuestra, en la que sin estrellas fugaces pedía y se cumplían todos mis deseos. Tus manos resbalando por mis curvas, tus manos soportando mis miedos, agarrándome fuerte, llegando muy lejos. Allá donde nadie había llegado antes. Solo nosotros, a ninguna parte donde está todo. Donde estás tú. Donde estamos. Y cuando todo acaba, algo nuevo empieza. Es algo así como esa canción que repito una y otra vez porque me encanta. Como tú.  
Pero lo bonito es que la lluvia no estropeaba los días y que el sol no impedía que lloviera, porque todos los días de lluvia hacía sol contigo, y cuando brillaba el otro podía llover también. Que los días no eran malos por ser grises, que tampoco cambiaría la caída libre al precipicio de tu cuerpo. El temblor de tu voz. 
Aunque no, no te confundas, entre nosotros no sobra sol, pero tampoco falta lluvia. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Tan tuyo, tan nuestro. Tú.

Cuanto más me dicen que no me convienes más me gustas, es algo así como un vicio: sé que consumirte me consume y prefiero consumirme antes que dejarte. Irónico que no me convengas si no saben lo que es tenerte, cuando lo sepan será tarde, serás tan mío como tuya yo. Nada de posesión, nada de limitaciones; es un mío libre, es un mío simple, un mío muy tuyo, un mío muy nuestro. Como cada vez que me dices adiós, muy nuestro y muy mío estar pensando ya en cómo me saludarás cuando vuelvas. Porque vuelves, yo sé que vas a volver aunque no lo digas con palabras, aunque con tus pasos te lleves parte de mí, aunque sin palabras me digas hasta pronto. Aunque tú sigas siendo tuyo y yo siga siendo mía, aunque tu nombre vaya acompañado con un posesivo que no poseo, aunque en cada milímetro de mi superficie esté registrado un beso y aunque tenga contados los que hay de punta a punta de tu espalda. Porque el arte de amarte no es más que una rutina consentida que, sin sentido, se ha hecho vicio. Es simple, como quiero quererte no quiero querer a nadie más, y sólo me vales tú para quererme del mismo modo. 
Incluso mis manos tienen la medida perfecta para encajar con las tuyas, la curvatura de tu cuello, el rincón de tus abrazos, es ahí donde yo me encuentro, es ahí donde voy a parar, es ese, es ese mi hogar. Incluso a veces, y solo a veces, me pregunto cómo he llegado a este punto, y es ahí cuando caigo en la cuenta de que no pusimos comas, que no hubo pausas, no hubo tiempo para respirar, no nos separaron espacios, fuimos, éramos, somos uno. Un mío, un mía, un tuyo y una tuya, un nuestro que solo de tu boca suena a canción. Improviso cada uno de los pasos que doy hasta llegarte, pues esta es la única forma de no equivocarme. Y quizá me equivoque, pero nada más natural que no me perdones los fallos. Que los aceptes. Que te rías. Sí, que te rías. La banda sonora de mi vida, la banda sonora de mis días. Tú. 
Solo tú, tan tuyo y tan mío.
Tan nuestro.
Tú.

martes, 4 de octubre de 2016

Nada comparado contigo.

Creo que nunca encontraré nada que me guste más que sentirme así de libre estando atrapada. Jamás pensé que a un rincón tan pequeño como es el de un abrazo lo iba a llamar hogar. Días enteros pensando y planeando cómo recuperar algo que no había perdido. Letras que compuse y nunca canté, cartas que escribí y nunca mandé, momentos que pensé y, por cobarde, no viví.
Incluso la lluvia parecía más seca desde que no estabas, contaba las horas desde que te fuiste pero mi reloj no avanzaba. Me pintaba los labios pensando en que el rojo te favorecería después de un beso. Me ponía esa ropa que tanto te gustaba quitarme, ¿para qué, si no estabas? Repetía una y otra vez en mi cabeza tu voz susurrándome un te quiero, incluso oía cosas que nunca me habías dicho. “Quiéreme”, te decía, pero hablaba sola. Lanzaba gritos al vacío, al silencio, al frío que dejó tu despedida. Los últimos pasos de tu dedo en mi espalda los sentía como si te tuviera conmigo. Pocas veces unas manos tan frías habían quemado tanto. Tu mirada triste al decirme adiós, ese adiós que no quise escuchar, pero escuché.

Nunca cambiaré tu regreso. La segunda vez que te conocí marcada por aquellos besos a las cinco menos cinco en esa plaza repleta de gente donde solo estábamos tú y yo. Apenas unos segundos bastaron para decirte que te quería. Y te quiero. Aquella fue como la primera vez que conocí a alguien, y es que todo lo que había conocido antes no era nada comparado contigo.

sábado, 1 de octubre de 2016

Poema. Mi poema. El mío.

Que a veces no todo es blanco
 negro, ni siquiera gris;
solo es.

Ni bueno, ni malo

y mucho menos regular,

porque si fuera regular

todo sería
constante,

y si algo tengo yo,
es que de 
constante poco,

soy una gráfica con picos muy altos

y si hablamos de mínimos tiendo

a menos infinito.

Si hablamos de literatura

sería una metáfora;

soledad iluminadora.

Y aunque no lo crea

sé que siempre hay alguien que

está un punto mas abajo en los mínimos

para que no decrezca más

y que escribe mis metáforas,

porque es mi poema,

poema en piel,

en la mía;


mi poema.

jueves, 29 de septiembre de 2016

¿Por qué no soñar?

Todo comenzó cuando una noche me desperté sobresaltada por una pesadilla hará ya un par de años, me parecía increíble cómo podía nuestra cabeza hacernos presenciar cosas que nuestros ojos nunca habían alcanzado a ver, ni nuestras manos a tocar, ni nuestros oídos a escuchar. Todavía me pregunto cómo puede ser que cada noche siga viviendo en un cuento de hadas, no hay príncipes, no hay princesas, ni siquiera hay hadas, pero sí hay algo de cuento: todo es ficción. 
Si hay algo que me gusta de soñar es que somos capaces de perder el miedo incluso a la mayor fobia que tengamos, que podemos vernos haciendo algo que jamás podremos hacer realmente. ¡Claro que los sueños se cumplen! ¡Se cumplen en otros sueños! ¿Quién no se ha planteado nunca cómo será poder volar? Yo he volado. He volado tan alto que todavía pienso que no he tocado del todo el suelo. Y dime, ¿nunca se te ha pasado por la cabeza eso de ser actor? ¿Y qué me dices de ser algún deportista de élite o un famoso cantante? O sino, ¿nunca te has imaginado cómo será hacer de Phileas Fogg y dar la vuelta al mundo en ochenta días, e incluso menos si cabe? Todo es posible, y no me digas que no es bonito. Verte cumplir tus objetivos, verte hacer lo que ansías. Cumplir metas, romper barreras, no tener normas, dejar a un lado los problemas, tirar por la borda los esquemas.
No estoy para nada a favor de eso que llaman vida de ensueño porque jamás la realidad superará la ficción. No a menos que tú cumplas tus sueños, y eso hago yo aquí. Desde hace mucho tiempo sueño con que escribir se convierta en algo más que un hobby. No hablo de trabajo, ni siquiera de lucrarme mínimamente con ello, sino en que expresarme sirva para algo. Sentirse realizado, orgulloso de uno mismo, es algo que yo creo fundamental. Para mi los sueños no son meras proyecciones de tu imaginación, para mí soñar es sinónimo de intentarlo. 
Si algo que tú sueñas lo quieres, ¿a qué esperas para conseguirlo? No creo que si sueñas con volar, por más que lo intentes, te salgan alas, pero siempre hay alternativas si tienes ganas. Sino, siempre quedará soñar. Porque, sí, no existe solo el mundo en el que vivimos, sino también el mundo que soñamos. 

Gracias y hasta la próxima.