solo aun rodeado de gente,
invisible pese a manifestarte,
silenciado aun pidiendo ayuda a gritos.
Muchas veces necesitamos el
refugio de unos brazos,
el calor de una sonrisa sincera o
un pase lo que pase voy a estar ahí.
Porque, creedme, la sensación de estar
amarrado al vacío es agobiante,
pues tienes palabra,
sí,
pero tu voz está callada.
Entonces y siempre.
Y llega ese momento en el que
el abismo es tu hogar,
en el que el estar solo es tu compañía y
el silencio es tu arma de destrucción.
O autodestrucción.
Pues ya digo: no hay nada peor que
sentirse solo estando rodeado de gente.