domingo, 14 de abril de 2019

Alma.

Merodeaba yo con la cabeza baja
un domingo lluvioso por una calle de Madrid
pensando en cuál era la mejor forma
de alejar tu recuerdo de mí;
ese que quema sin arder
y que hiela sin querer,
ese que te pedí que portaras
antes de aquel portazo a las seis menos diez.
Un punto final que pusiste
con un muro y tus pasos por medio
sin reparar, creo, si quiera
en si retumbarían los techos.
La cuestión es que te fuiste
dejando a mi cuerpo seco,
habiéndote llevado mi alma
adonde solo oiga eco.
Sera intuición o miedo,
no lo sé y lo prefiero,
pero oigo chillar a mi alma
mientras tú evitas calmarla.
Y si no la abrazas ni quieres
devuélvele a mi cuerpo el alma
o deja que te quiera siempre
y que te admire aun sin palabras.