Ella,
que hizo de su contoneo ritmo,
que con su canto hacía himnos,
que con su paso marcaba el rumbo.
Ella,
que movía el mundo cuando andaba,
que indicaba al reloj las horas,
que los dedos le contaban, no contaban con ellos.
Ella,
que crecía por las noches,
que reía melodía,
que da sentido al desorden,
que da sentido a su vida.
Deberías leer la triste historia de tu cuerpo sobre el mío.
ResponderEliminarMarwan siempre es una buena opción, Christian. ¡Muchas gracias por tu recomendación!
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