domingo, 26 de agosto de 2018

La vida.

La vida es eso que pasa mientras esperas a que llegue la emoción. La vida es eso que pasa mientras te decides. La vida es cuestión de perspectiva. La vida no es vivir. La vida es un abrazo de la nada, tardes de cerveza en una terraza, paseos nocturnos por la playa, sexo por la mañana. La vida son orgasmos intensos, paradas de reloj. Desengaños, aprendizajes. La vida es el café de después de comer, el primer cubata de las noches de fiesta, los ¿y por qué no? mezclados con ¿a que no te atreves? La vida es ir desnudo sin complejos, mirarse y reconocerse, querer y poder. La vida es ese cuadro abstracto que no entiendes y nunca comprarías si te fijaras o lo pensaras dos veces, es esa broma de mal gusto que de broma tiene poco, esa historia porque acaba, ese chiste porque ríes, ese filo porque daña, ese recuerdo porque no vuelve. La vida es cuestión de plantearla, que no planearla. Es decir que quieres y poder hacerlo; poder hacerlo y decir que quieres. La vida es una puta carrera de fondo en la que si piensas exclusivamente en el final no vas a disfrutar del recorrido, y yo me niego. Me niego a vivir atada al cartel de meta, a que me importe más mi objetivo que el camino a recorrer, me niego a perderme las cervezas de domingo, las canciones en la ducha, las risas de la nada y las miradas cómplices. Me niego a quedarme en la superficie, a no poder volar, a ver cómo los demás sobrevuelan mis huellas mientras yo me muero por saber a qué huele el jodido espacio entre nube y nube. Y qué más da si me estrello si yo he querido volar. Y qué más da si me pierdo si yo he decidido jugármela. Qué más da porque yo no sé si mañana continuaré teniendo alas o me dará vértigo usarlas. Qué más me da el mañana si ni siquiera tengo el hoy en el bolsillo. 

Yo no quiero vivir con claros, yo no quiero mirar al horizonte. Yo quiero piedras. Yo quiero mares. Yo quiero vida por los cristales. Yo quiero calle, yo quiero noche, no quiero miedo, menos reproches.

Una vez me dijeron que la vida es cuestión de prioridades y yo prefiero la vida a ras de vuelo que sobrevivir, porque hacerlo yo no está mal, pero vivirla a ella es otro mundo.

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